Familia sustituta
El mantenimiento de la exposición indirecta a situaciones que provoquen estrés en el profesional desembocaría en sintomatología compatible con un síndrome de fatiga por compasión [FC] consecuencia de este contagio emocional (1,2).
La FC puede presentarse con mayor incidencia en personal sanitario que desempeñe labores de ayuda de personas expuestas directamente al trauma y a experiencias de victimización (3). El contacto persistente y mantenido con el dolor ajeno añadido a variables insidiosas relacionadas con la esfera laboral y personal del profesional, incrementan el riesgo de desarrollo del cuadro somático característico de fatiga por compasión; del mismo modo que la esfera personal y laboral del profesional quedarán expuestas al deterioro ante la presencia de FC (4).
Diferentes autores remarcan y contrastan las diferencias entre la percepción y compatibilidad sindrómica de burn out versus la FC. A pesar de que ambas son derivadas de una actividad de ayuda y cuidado versada sobre el paciente, el burn out se instala como consecuencia del estrés de las interacciones del profesional con su entorno (5,6); la FC se define a partir y en base de la relación del profesional con el paciente/víctima (7).
Se han explorado diferentes programas de intervención grupal orientados a la minimización del impacto de la FC del profesional vinculado a población víctima de trauma. Bajo este paradigma, se asume como equipo terapéutico multidisciplinar e interdisciplinar aquel que sus miembros se organizan mediante un método compartidos, con roles definidos, identificación de los límites del equipo y de su tarea y supervisión de la práctica clínica de forma compartida. El equipo terapéutico debe representar para el paciente una especie de “familia sustituta” que le permita una experiencia emocional correctora respecto a las experiencias que puedan tener que ver con su padecimiento (8).
Sin duda, el requerimiento de un equipo terapéutico se orienta de forma polarizada como (a) forma de intervención hacia el paciente y como (b) factor protector para el personal sanitario relacionado con la intervención y cuidado del paciente. Los profesionales de Interconsulta forman parte de este colectivo vulnerable pudiendo desarrollar con mayor probabilidad emociones y conductas resultantes de entrar en contacto con un evento traumático experimentado por otro (1,3,5,6). Quizás deberíamos invertir esfuerzos para constituir sinergias multidisciplinares.
Referencias:
- Adams, Richard E., Boscarino, Joseph A., Figley, C. R. (2006). Compassion Fatigue and Psychological Distress Among Social Workers: A Validation Study Access. NIH Public Access 76, 103–108.
- Gołąb, A., Partyka, M. & Rzeszutek, M. (2016). Secondary traumatic stress among psychotherapists: determinants and consequences. Euh-E.Edu.Pl.
- Guerra, C. & Pereda, N. (2015). Estrés traumático secundario en psicólogos que atienden a niños y niñas VÍctimas de malos tratos y abuso sexual: Un estudio exploratorio. Anu. Psicol. 45, 177–188.
- Vazquez-Ortiz, J; Vazquez-Ramos, MJ; Alvarez-Serrano, M; Reyes-Alcayde, M; Martinez-Domingo, R; Nadal-Delgado, M; Cruzado, J. Intervención psicoterapéutica grupal intensiva realizada en un entorno natural para el tratamiento del burn out en un equipo de enfermería oncológica.
- Hernández García, M. del C. (2017). Fatiga por compasión entre profesionales sanitarios de oncología y cuidados paliativos. Psicooncologia 14, 53–70.
- Madrid Martin, M. (2016). El coste de cuidar en oncología: apoyo a los equipos asistenciales. Revista Interdisciplinar Psicooncología 15.
- Meda, R., Moreno-Jiménez, B., Palomera, A., Arias, E. & Vargas, R. (2012). La Evaluación del Estrés Traumático Secundario. Estudio Comparado en Bomberos y Paramédicos de los Servicios de Emergencia de Guadalajara, México. Ter. Psicol. 30, 31–41.
- Retolaza, A. (2017). Sobre el equipo terapéutico en salud mental. Norte salud Ment. XV, 77–87.