sábado, 30 de junio de 2018

HUMANIDAD COMPARTIDA

Humanidad Compartida 

Kristin Neff es concebida una de las máximas responsables en el surgimiento y descripción del constructo autocompasión. Recogiendo y basándose en los escritos heredados del budismo, Neff define la autocompasión como la resultante de la interacción de tres componentes: 
  1. Auto-amabilidad: como sustitución al concepto de auto-crítica; 
  2. Humanidad compartida: como sentimiento de pertenencia, como constructo dialéctico a sentimiento de aislamiento; 
  3. Atención plena: como herramienta para potenciar la defusión cognitiva y, consecuentemente, alejarse de la identificación con pensamientos o emociones. 
De algún modo, la humanidad compartida se erige como un constructo que permite lidiar y limar los sesgo atribucionales. Ser comprensivos –desde la amabilidad y la compasión- con nuestros fallos, nos construye desde una perspectiva humanizador y, consecuentemente, nos traslada a términos de intersubjetividad con el otro. Es en este espacio de intersubjetividad donde nos acercamos a la comprensión de la imperfección como inherente humano compartido. La magia de este constructo reside en la fortaleza que se traslada a la propia fragilidad, no como débil sino como característica particular y autodeterminante, específica, única. 

Referencia
  • Beaumont, E, Galpin, A. & Jenkins, P. (2012). Being kinder to myself: A prospective comparative study, exploring post-trauma therapy outcome measures, for two groups of clients, receiving either. Cognitive Behaviour Therapy or Cognitive Behaviour Therapy and Compassionate Mind Training. Counseling Psychology Review, 27 (1), 31-43. 
  • Braehler, C., Gumley, A., Harper, J., Wallace, S., Norrie, J., & Gilbert, P. (2013). Exploring change processes in compassion focused therapy in psychosis: Results of a feasibility randomized controlled trial. British Journal of Clinical Psychology, 52(2), 199-214. Gilbert, P. (2014). 
  • The origins and nature of compassion focused therapy. British Journal of Clinical Psychology, 53(1), 6-41.

domingo, 10 de junio de 2018

MÚSICA Y NEUROCOGNICIÓN

Música y neurocognición 

Muchos estudios han examinado si la formación musical conduce a la mejora o no de otras habilidades cognitivas. Por ejemplo, similitudes entre música y lenguaje sugieren que el entrenamiento musical puede conducir a habilidades de lenguaje mejoradas. Estudios con los niños mostraron una asociación positiva entre la percepción del tono y las habilidades de lectura (Anvari et al., 2002), y los años de entrenamiento musical predijeron un mayor recuerdo verbal (Jakobson et al., 2003) y habilidades de lectura (Butzlaff, 2000). Además, musicalmente los niños entrenados mostraron habilidades auditivas y de vocabulario superiores cuando se compara con grupos control musicalmente desentrenados (Schlaug et al., 2005). 

Mejoras en habilidades matemáticas y espaciales también han sido implicados, aunque su relación con el entrenamiento musical no está claro (por ejemplo, Forgeard et al., 2008; Hetland, 2000; Vaughn, 2000).Si bien es cierto que las adaptaciones en regiones del cerebro que están involucradas en tareas musicales pueden tener un efecto en el rendimiento matemático debido a los recursos neuronales compartidos involucrados en la manipulación mental de la representación simbólica (Ho et al., 2003). 

Otras áreas que muestran diferencias estructurales entre músicos y no músicos incluyen la circunvolución de Heschl, o corteza auditiva primaria (Schneider et al., 2005a), el área de Broca y la circunvolución frontal inferior en general (Gaser y Schlaug, 2003a, b; Sluming et al., 2002), así como el cerebelo (Hutchinson) et al., 2003) y áreas en el lóbulo parietal superior (Gaser y Schlaug, 2003a). De hecho, un estudio reciente identificó la circunvolución izquierda superior como la región que está vinculada con la formación musical, en términos de horas acumuladas de práctica (Ellis et al., 2013). 

A la vista de los hallazgos obtenidos empíricamente, el poder incorporar el entrenamiento musical como parte de una de las actividades en un Programa de Rehabilitación Psicosocial queda ampliamente justificado. Una vez más, a pesar de la amplitud de áreas cognitivas activadas, la práctica musical deberá ser considerada como herramienta de intervención y, por lo tanto, tras la evaluación de las necesidades particulares del paciente, valorar la adecuación (o no) de esta actividad en el Plan Individualizado de Rehabilitación. 

Referencias
  • Graziano, A. B, & Johnson, J. K. Music, neurology, andpsychology in the nineteenthcentury. Progress in Brain Research 2015; 216: 33-49. Accesible en https://escholarship.org/uc/item/47x082v7 
  • Soria-Urios G, Duque P, García- Moreno JM. Música y cerebro: fundamentos neurocientíficos y trastornos musicales. Rev Neurol 2011; 52: 45-55.

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