Muchos estudios han examinado si la formación musical conduce a la mejora o no de otras habilidades cognitivas. Por ejemplo, similitudes entre música y lenguaje sugieren que el entrenamiento musical puede conducir a habilidades de lenguaje mejoradas. Estudios con los niños mostraron una asociación positiva entre la percepción del tono y las habilidades de lectura (Anvari et al., 2002), y los años de entrenamiento musical predijeron un mayor recuerdo verbal (Jakobson et al., 2003) y habilidades de lectura (Butzlaff, 2000). Además, musicalmente los niños entrenados mostraron habilidades auditivas y de vocabulario superiores cuando se compara con grupos control musicalmente desentrenados (Schlaug et al., 2005).
Mejoras en habilidades matemáticas y espaciales también han sido implicados, aunque su relación con el entrenamiento musical no está claro (por ejemplo, Forgeard et al., 2008; Hetland, 2000; Vaughn, 2000).Si bien es cierto que las adaptaciones en regiones del cerebro que están involucradas en tareas musicales pueden tener un efecto en el rendimiento matemático debido a los recursos neuronales compartidos involucrados en la manipulación mental de la representación simbólica (Ho et al., 2003).
Otras áreas que muestran diferencias estructurales entre músicos y no músicos incluyen la circunvolución de Heschl, o corteza auditiva primaria (Schneider et al., 2005a), el área de Broca y la circunvolución frontal inferior en general (Gaser y Schlaug, 2003a, b; Sluming et al., 2002), así como el cerebelo (Hutchinson) et al., 2003) y áreas en el lóbulo parietal superior (Gaser y Schlaug, 2003a). De hecho, un estudio reciente identificó la circunvolución izquierda superior como la región que está vinculada con la formación musical, en términos de horas acumuladas de práctica (Ellis et al., 2013).
A la vista de los hallazgos obtenidos empíricamente, el poder incorporar el entrenamiento musical como parte de una de las actividades en un Programa de Rehabilitación Psicosocial queda ampliamente justificado. Una vez más, a pesar de la amplitud de áreas cognitivas activadas, la práctica musical deberá ser considerada como herramienta de intervención y, por lo tanto, tras la evaluación de las necesidades particulares del paciente, valorar la adecuación (o no) de esta actividad en el Plan Individualizado de Rehabilitación.
Referencias:
- Graziano, A. B, & Johnson, J. K. Music, neurology, andpsychology in the nineteenthcentury. Progress in Brain Research 2015; 216: 33-49. Accesible en https://escholarship.org/uc/item/47x082v7
- Soria-Urios G, Duque P, García- Moreno JM. Música y cerebro: fundamentos neurocientíficos y trastornos musicales. Rev Neurol 2011; 52: 45-55.
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