¿Qué ocurre que nos desconecta de nuestra naturaleza solidaria y nos lleva a comportarnos de manera violenta y abusiva? Y a la inversa, ¿por qué algunas personas son consecuentes con esta actitud solidaria incluso en las circunstancias más adversas?
Rosenberg (2018) plantea la existencia de determinados factores que modulan y repercuten en la compasión confiriendo al lenguaje una función principal en este engranaje. Bajo este paradigma, el autor desarrolla el marco teórico en relación con la comunicación no violenta -CNV- como una manera de comunicarnos que nos lleva a dar desde el corazón.
En tanto que se refiere a las habilidades relativas al lenguaje y a la comunicación, la CNV redefine parámetros para expresarnos y escuchar a los demás mediante palabras conscientes con una base firme en un registro de lo que percibimos, sentimos y deseamos. En definitiva, la CNV se describe como una herramienta más para centrar la atención y permitir, desde la atención plena, dotar se entidad, conciencia y existencia, a la palabra.
Se añade el hecho de que cuando nos centramos en clarificar lo que observamos, sentimos y necesitamos, en lugar de dedicarnos a diagnosticar y a juzgar, descubrimos cuán profunda es nuestra compasión.
La CNV sucede entonces herramienta de forma bidireccional: para el paciente, la CNV sucede herramienta para orientar la atención hacia la experiencia y vivencia desde el presente, renunciando a respuestas automáticas o conductas preestablecidas; para el terapeuta/médico, la CNV sucede herramienta para la aproximación empática y la escucha reflexiva, sucede herramienta para permitir vincularse con el paciente mediante un proceso de comunicación caracterizado por:
- La observación de la situación;
- La descripción de los sentimientos reactivos;
- La necesidad que guardan relación con los sentimientos identificados;
- La petición.
Referencias:
Rosenberg, M. (2018). Comunicación no violenta: un lenguaje de vida. Gran Aldea Editores: Buenos Aires.
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