domingo, 28 de julio de 2019

INTERSUBJETIVIDAD. CONSTRUCCIÓN DEL SELF Y DEL OTRO.

Intersubjetividad. Construcción del self y del otro. 

Hasta los 5 meses, el bebé está inmerso en un proceso de término para el desarrollo a nivel biológico / orgánico. Es a partir de este primer periodo cuando se evidencian que ciertas habilidades competenciales del bebé empiezan a despuntar: 
  • Gran salto cualitativo en el desarrollo del sistema motriz y sensorial: 
  1. Sistema motriz: aparece la prensión voluntaria 
  2. Sistema sensorial: mejor resolución visual y auditiva aunque prevalece la audición sobre la visión; proceso de distanciamiento de la percepción Amodal: los inputs externos pasan a ser procesados por más de un canal y, por tanto, se experimenta una interacción de canales; 
  • Creciente potenciación del sistema propioceptivo; 
  • Desarrollo de las neuronas espejo para pasar de la imitación inmediata al aprendizaje por imitación - contagio emocional. 
Poco a poco el bebé va construyendo patrones que le permiten organizar una imagen sensorial de la madre; de alguna manera, este neurodesarrollo, tiene un importante papel en el proceso de diferenciación sujeto - objeto, proporcionando al niño la posibilidad de unirse y separarse. 

Así pues, a partir de los 5 meses se produce un punto de inflexión importante en el bebé por lo que en combinación de la apertura combinada a al menos dos canales sensoriales y la emisión de sonidos guturales de carácter emocional, el bebé introyecta la experiencia de individualidad, de self. Se inicia la transición hacia la Intersubjetividad Primaria. 

A partir de aquí, la pulsión epistemofílica inherente al bebé conducirá las habilidades competenciales adquiridas para seguir en este proceso de crecimiento y de exploración. Una exploración en dos direcciones: 
  • Hacia sí mismo: su cuerpo, las experiencias emocionales; 
  • Hacia el entorno: posicionamiento de sí mismo hacia el otro y el entorno; hay una identificación del objeto como alteridad. 
El bebé va adquiriendo destrezas que aprende a utilizarlas con fines instrumentales, sobre todo una vez se acerca y entra a los 9 meses de vida. De alguna manera, la vinculación afectiva resuena en el bebé como herramienta para confiar y salir a descubrir. Se entiende que: 
  • Comienza a gatear; 
  • Busca objetos fuera a su vista; 
  • Balbuceo comunicativo en un contexto de atención conjunta. 
Identificar al otro como objeto -no sujeto-, permite introducir al bebé en las primeras experiencias de miedo por separación de las figuras de apego. De hecho, mediante esta mirada referencial hacia el cuidador, se constata como el afecto y el vínculo están íntimamente relacionados [...]; la estimulación afectiva que recibe antes y después del nacimiento contribuye al desarrollo del cerebro y, en consecuencia, de sus respuestas emocionales. 

Finalmente el bebé transita hacia este contexto de atención compartida y conjunta que permite la co-construcción del mundo -interno y externo- en presencia del cuidador; se transita hacia la Intersubjetividad Secundaria. 

Referencias:
  1. Areny, M. (2012). Construcció de l’afectivitat segons el pensament psicoanalític. Desenvolupa, 11:1-12. 
  2. Leonhardt, M. (2016). Entendre les capacitats dels nadons avui. Desenvolupa, 7:1-12. Beà, N. (1998). Primeras relaciones, base del desarrollo. SEPYPNA, 26:131-150. 
  3. Stern, D. (1991).El mundo interpersonal del infante. Paidós: Barcelona.

domingo, 14 de julio de 2019

RECHAZO DEL BEBÉ EN EL POSPARTO

Rechazo del bebé en el posparto

La evidencia científica contempla como, tras partos difíciles o traumáticos, una falta de respuesta emocional hacia el recién nacido por parte de la madre puede ser una respuesta normal (Navarro, 2008). Si bien es cierto, la alteración en el afecto dirigida al recién nacido, la ausencia de sentimientos de afecto, ansiedad, irritabilidad, hostilidad, rechazo o impulsos agresivos hacia el bebé constituyen el cuerpo clínico característico para desembocar en trastorno del vínculo (Brockington, 2006). A pesar de que las principales clasificaciones de las enfermedades psiquiátricas no contemplan la categorización nosológica de los trastornos del vínculo, éstos se presentan en el 7.1-8.6% de las madres de la población general (Van Bussel, 2010).

La relevancia de esta variable de interacción radica en el hecho de que se ha descrito la repercusión de la dificultad de vinculación madre-hijo en el comportamiento y desarrollo posterior del bebé (Roncallo, 2015). Así mismo, numerosa literatura científica ha permitido ahondar en como el correlato entre el estado emocional de la madre modula a nivel cualitativo y cuantitativo el espacio de encuentro entre la madre y el hijo destacando los estudios relacionados con el grado de ansiedad materna (Glover, 2011), el estrés percibido y la presencia de depresión (Milgrom, 2006).

Sin duda, y específicamente en relación a la ansiedad, ésta puede capitanear comportamientos de evitación, problemas de atención y de preocupación dónde la repercusión a corto y medio plazo de esta ausencia de interacción entre madre y bebé conllevaría una merma en el desarrollo del infante (Dubber, 2014) y un viraje hacia conductas propias de una fobia.

La importancia de estos supuestos radica en la consideración y formuación del plan terapéutico ante una respuesta materna identificada con tales características. El abordaje terapéutico orientado a potenciar las habilidades cognitivas y emocionales de la madre, así como la aproximación hacia la actitud reflexiva y de mentalización, contribuyen a la sincronización de la díada madre-bebé permitiendo una re-elaboración de la funcionalidad materna.

Por último, secundamos la propuesta descrita por Roncallo (2015) en relación a las prácticas concernientes a la atención temprana. La autora señala como tradicionalmente éstas se centran en el periodo evolutivo de 0 a 6 años; si bien es cierto que a la luz de las evidencias científicas, el vínculo madre-hijo se empieza a forjar en la etapa gestacional, bajo esta contemplación, se advierte como el  vínculo descrito en el periodo neonatal puede asumirse como un continuo del existente en el embarazo, derivando en prácticas de salud fundamentales para el desarrollo del feto.

Referencias:

  1. Brockington, I.; Fraser, C.; Wilson, D. (2006). The postpartum bonding questionnaire: a validation. Arch Womens Ment Health, 9(5); 233-242. 
  2. Dubber, S.; Reck, C.; Muller, M.; Gawlik, s. (2014) Postpartum bonding: the role of prenatal depression, enxiety and maternal-fetal bonding during pregnancy. Achives of women’s mental Health, 18, 187-195. 
  3. Glover, V. (2011). Annual research review: Prenatal stress and the origins of psychopathology. An evolutionary perspective. Journal of Child Psychology and Psychiatry, 52, 356-367. 
  4. Milgrom, J.; Ericksen, J.; McCarthy, R.; Gemmill, A. (2006). Stressful impact of depression on early mother-infant relations. Stress and Heath, 22; 229-238. 
  5. Navarro, P. ; Garcia-Esteve, Ll.; Acaso, C. Et al. (2008). Non-psychotic sychiatric disorders after chid-birth: prevalence and comorbidity in a community sample. J Affect Disord, 109(1-2); 171-176. 
  6. Roncallo, P.; Sánchez, M.; Arranz, E. (2015). Vínculo materno-fetal: implicaciones en el desarrollo psicológico y propuesta de intervención en atención temprana. Escritos de Psicología, 8(2); 14-23. 
  7. Van Bussel, JCH.; Spitz, B.; Demyttenaere, K. (2010) Three self-report questionnaires of the early mother-to-infant bond: reliability and validity of the dutch version of the MPAS, PBQ and MIBS. Arch womens ment Health, 13(5), 373-384.

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